top of page
Agarre del bebé

Reflejos primitivos

¿Qué son los reflejos primitivos?

Los reflejos primitivos son movimientos totalmente automáticos e involuntarios que realizan los bebés. Son varios y cada uno se produce en respuesta a un estímulo específico, como pueden ser, movimientos de su cabeza, cambios en la luz, sonidos fuerte o al tocar algunas zonas como alrededor de su boca, en la espalda o las manos o pies.

 

¿Cuándo están presentes?

Comienzan a aparecer durante las primeras semanas de vida dentro del útero y en su mayoría desaparecen los primeros meses después del nacimiento en la medida que el cerebro va madurando y van siendo reemplazadas por movimientos voluntarios. Ahí se dice que se “integran”, porque pasan a formar parte del repertorio de las herramientas que tiene el sistema nervioso para enfrentar diversos desafíos, pero ya no son algo automático ni involuntario, sino que están sujetos a un control por otras zonas del cerebro “más superiores” que están encargadas del movimiento consciente y voluntario.

 

¿Para qué sirven?

Por una parte, ayudan a facilitar la sobrevida durante el primer año, por ejemplo:

  • En el reflejo de búsqueda, al tocar el contorno de la boca del recién nacido, gira la cabeza hacia el estímulo y abre la boca para poder alimentarse

  • Reflejo moro, cuando hay un estímulos más fuerte en el ambiente (cambios de luz, un sonido, tacto), abre sus brazos y piernas, y luego llora como una forma de llamar a la atención y cierra sus brazos y sus piernas como tratando de abrazarse a su cuidador

Los reflejos también permiten saber cómo está funcionando el sistema nervioso del recién nacido. Son automáticos, involuntarios y la respuesta al mismo estímulo es siempre la misma, por tanto, cuando la respuesta que esperamos no se presenta o hay una diferente, refleja que algo ocurre con el sistema nervioso.

A través de los reflejos y los movimientos el bebé aprende a entender su cuerpo y su entorno, aprende que existe un arriba y un abajo, adelante y atrás y una izquierda y derecha, aprenden a acomodar su visión a cerca y lejos. Permiten que se habitúe al ambiente y comience a diferenciar los estímulos (ruidos, luces, texturas, personas) seguros de los que no lo son tanto y  que establezca una relación con el mundo, particularmente con la gravedad. El entender su cuerpo y la gravedad permite comenzar a graduar y controlar voluntariamente sus movimientos para poder realizar actividades cada vez más complejas.

Si se equipara el desarrollo del bebe con la construcción de una casa, estos reflejos serían como el piso o los ladrillos con que se construye la base. Sobre ellos se van formando nuevos procesos y conexiones que permiten realizar y establecer funciones motrices, sensoriales, emocionales y cognitivas cada vez más complejas.

 

 

¿Qué pasa si no se integran?

Cuando existen algunas condiciones genéticas, metabólicas, traumas físicos o psicológicos, restricción de movimiento, entre otros, pueden reaparecer los reflejos o puede interrumpirse su desarrollo , lo que equivale en el ejemplo de la casa a que faltaran algunos ladrillos o vigas o parte de los cimientos y, por tanto, algunas o muchas funciones pueden interferirse o verse dificultadas.

bottom of page